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Una serie de medidas ultra-restrictivas se han aprobado en la ciudad. Debido al aumento de incidentes violentos, presuntamente relacionados con el abuso de alcohol, las autoridades han decidido que la solución es que se prohíba la entrada a partir de la 1.30 h clubes, bares, teatros, espacios culturales, locales musicales o cualquier negocio donde se pueda vender alcohol. Si estáis en un bar y salís a fumar un pitillo más tarde de la 1.30 h, no podréis volver a entrar. Si estáis bailando en un club y salís a pagar el ticket del parking a la 1 y 31 minutos la habéis liado: ya podéis ir tirando para casa que la noche ha terminado para vosotros. Suena fatal, ¿verdad?
Os imagináis tener que irse del Apolo a la 1.30 h? Justo cuando Dj Fra, Coco o el residente de turno da paso al invitado de la noche? O que a la 1.30 h ya no podéis entrar en Razzmatazz, en el momento exacto en que desde la cola oís la canción que llevabais toda la semana esperando? O que estáis en la sesión golfa de Phenomena y la 1.30 h ya no podéis volver a entrar... ¡porque dentro se venden cervezas! Pues todo esto es lo que está pasando en Sidney. Hace un par de años, el estado de New South Wales, en Australia, puso en marcha un conjunto de medidas para controlar el consumo de alcohol y, desde entonces, las calles de Sidney son auténticos desiertos. La oferta cultural se ha reducido drásticamente y Sidney se ha convertido en un cementerio por culpa de esta ley. Más de una docena de bares musicales de la ciudad, algunos de ellos míticos, han tenido que cerrar por culpa de estos abusivos toques de queda y las ventas de entradas a espectáculos musicales se han reducido... ¡más de un 40%!
Nuestros colegas de Time Out Sidney nos han explicado la situación y sólo imaginar que esto pueda pasar en Barcelona nos pone de muy mal humor, así que desde aquí sólo podemos decir, una vez más, que estos problemas se resuelven con educación, cultura y otras medidas, como por ejemplo campañas de concienciación sobre el abuso de alcohol, pero nunca con normas prohibitivas y restrictivas como éstas. Gritemos #KeepSydneyOpen bien fuerte, a ver si con un poco de suerte nos oyen desde Australia.