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Perros y petardos: consejos para que los perretes sufran menos

María José Gómez
Directora, Time Out Barcelona
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Muchos de los que tengáis perros sabréis que San Juan –y las semanas previas y posteriores– son lo más parecido al infierno para vuestras mascotas. Los petardos pueden ser muy divertidos para muchas personas, pero para los propietarios de perros y sobre todo para los animalitos estos artefactos son una auténtica tortura. A menudo no sabemos cómo ayudar a nuestro amigo peludo cuando lo vemos temblar o no le entendemos cuando no quiere salir de casa, cuando antes estaba loco por ir la parque. La etóloga Marta Amat, responsable del servicio de Etología Clínica del Hospital Clínico Veterinario de Bellaterra, nos explica como podemos actuar para ayudar a nuestro perro a pasar el mal rato de la mejor forma posible.

© Annette Shaff

¿Por qué los petardos afectan tanto a los perros?

En primer lugar nos conviene saber de dónde viene este miedo tan generalizado de los perros por los petardos y otros ruidos fuertes y repentinos. Amat nos explica que los perros "tienen una sensibilidad mucho más grande que la nuestra a los ruidos de frecuencia elevada", mientras que con los de frecuencia normal no hay demasiada diferencia entre los humanos y los cánidos. Por eso quizá alguna vez os habéis sorprendido al ver que vuestro perro ha escuchado antes que vosotros los truenos de una tormenta.

Otros motivos frecuentes de la fobia al miedo es una experiencia negativa. Quizá vuestra mascota no tenía miedo a los petardos, hasta que un día le explotó uno muy cerca. O estaba solo en casa cuando escuchó una traca y se sintió aterrorizado durante un buen rato. No es extraño que a partir de entonces haya desarrollado un miedo irracional a todos los petardos. Amat señala una segunda causa habitual: que de cachorro no se haya acostumbrado a los ruidos fuertes. Es importante que durante la etapa de socialización, clave también en otras actitudes como la relación con otros perros, el animal se acostumbre al barullo. La etóloga también añade que puede haber otros factores como la genética. Si los padres eran miedosos, hay muchos números que la descendencia también salga miedosa. "El miedo se hereda mucho", resume en una verdad casi filosófica.

¿Qué hacer durante la noche de San Juan?

Para hacer que el animalito no sufra innecesariamente y evitar que crezca su fobia a los ruidos, Marta Amat recomienda tres actuaciones simultáneas. Por un lado debemos dejar que el perro esté en la zona segura, aquel espacio donde el animal se siente protegido. Podemos escoger un sitio para él o dejar que vaya a uno que ya ha escogido. Por ejemplo, algunos perros se esconden en el lavabo o debajo de una mesa. Debemos dejar que lo haga, que se ponga en el sitio donde él se encuentre más seguro.

Al mismo tiempo, tenemos que intentar reducir el ruido dentro de la casa: dejar la tele o la radio encendida; cerrar las ventanas... Y siempre que sea posible, estar en casa con él, ya que el hecho que los propietarios estén en casa le da mucha seguridad al perro. La tercera medida consiste en administrar un producto ansiolítico para hacer que el perro esté más relajado y tranquilo. Hay muchos productos en el mercado, incluso algunos creados expresamente para combatir el miedo al ruido. Eso sí, es fundamental que sea el veterinario quien decida qué producto es el más adecuado para él, en función del nivel de miedo y del estado del perro: según la edad, si tiene problemas cardíacos, etc. ¡Nada de "automedicar" a nuestras mascotas!

© adtapon duangnim

¿Qué hacer y qué no hacer cuando detectamos que tiene fobia a los ruidos?

Grabároslo a fuego. Amat insiste y vuelve a insistir en que nunca tenemos que forzar a un perro que tiene miedo a hacer algo que no quiere hacer. Está totalmente contraindicado. Si, por ejemplo, a vuestro perro le asusta pasear cuando hay tormenta, no le obliguéis a salir para que se acostumbre. Esto lo único que hará es reforzar la fobia.

En el caso de los petardos, los días que sabemos que sonarán es más recomendable hacer paseos cortos, por sitios poco transitados y a las horas más tranquilas. "Cada vez que el animal se exponga a ellos, la fobia irá incrementándose", remarca Amat, así que vayamos con cuidado.

De acuerdo, hemos salido a las 6 de la mañana, por donde Cristo perdió la alpargata pero aún así suena un maldito, con perdón, petardo. Nuestra mascota entra en pánico inmediatamente. ¿Qué tenemos que hacer? La etóloga explica que "sin darle mucha importancia tenemos que llevarlo a un sitio donde se sienta segura". Como hemos dicho, no tenemos que forzarla a seguir paseando; ni tenemos que enfadarnos, ya que el miedo es una reacción involuntaria; ni tampoco intentar calmarla, por mucha pena que nos dé, porque sin quererlo, podríamos reforzar esta emoción. 

Y, muy importante, si veis que la fobia del perro va en augmento hablad con el veterinario para ponerle remedio. Hay programas de habituación, en los que de forma progresiva se va acostumbrando a los perros a los ruidos hasta que al final los relacionan con cosas positivas y agradables.

¿Y qué pasa con los gatos?

Amat confirma que muchos gatos también tienen pánico a los petardos, pero como su reacción es menos evidente –acostumbran a esconderse–, muchas veces ni nos damos cuenta. Si vuestro minino también lo pasa fatal cada San Juan, podéis utilizar las mismas medidas que en el caso de los perros: dejar que se resguarde en su sitio de seguridad; reducir el ruido exterior y estar con ellos en casa. En el caso de la mayoría de gatos estas medidas ambientales son suficientes y no hace falta recurrir a la química.

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