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El próximo 20 de diciembre, uno de los cines más carismáticos de nuestra casa, el Méliès, cumplirá 20 años. 20 años desde que abrió sus puertas, en 1996, para convertirse en un reducto del mejor cine de autor, europeo y clásico en Barcelona. Carles Balagué fue el fundador, nombre importante de la cultura catalana. Balagué es abogado, productor, guionista, director de cine y crítico. Ha dirigido un buen número de cortometrajes y nueve largometrajes. De hecho, su documental 'La Casita Blanca, la ciudad oculta' ganó el premio Ciudad de Barcelona y ahora, después de veinte años al frente del Méliès, reconoce que "se ha perdido la curiosidad por cualquier película que suponga una rareza dentro de su género".
En el Méliès se han visto obras de los grandes maestros del celuloide como Billy Wilder, Joseph L. Mankiewicz, Alfred Hitchcock, François Truffaut, Éric Rohmer y Federico Fellini entre muchos otros, pero Balagué está convencido de que "el cine europeo existe en la medida del interés por un determinado título, aunque el desconocimiento de nuevos autores es total y absoluto. Vivimos en un desierto del que por sorpresa emerge de vez en cuando alguna película; vía festival o la curiosidad cinéfila que es una especie en vías de extinción". Un bicho raro que siendo minoritaria y difícil de contentar, no ha dejado de apoyar al Méliès, a pesar de los obstáculos fruto de la crisis, el paso de lo analógico a digital y los cambios de paradigma y gustos del público.
Además, la mala suerte ha ido golpeando al Méliès durante su historia, que ha resistido a base de esfuerzo y tenacidad. "Hemos soportado un incendio que destruyó la cabina. Meses antes habíamos sufrido una inundación por desidia de la finca y, la última, fue la caída del techo de la sala 2, por descuido del patio de la casa. Pero como dice la canción, veinte años no son nada, y seguimos en la brecha", afirma orgulloso Balagué.
Para celebrar estos 20 años de historia, del 19 al 25 de diciembre las entradas se cobrarán a 3 euros y se repartirán regalos a los espectadores. Un obsequio para quienes de una manera u otra han hecho que el Méliès siga siendo un referente del cine en Barcelona.