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Si seguís este blog, es que seguramente sois lectores habituales de Time Out. De la revista. Y si es así, supongo que conoceréis un pequeña columna que hay bajo la sección 'FIGHT!', donde explicamos "Grandes cosas que envidiamos de otros lugares". Allí podréis descubrir lo que nos gustaría que hubiera en Barcelona en un futuro: desde una enorme tienda de discos de vinilo que ha abierto en Los Ángeles hasta un parque acuático para niños discapacitados como el de Texas.
El otro día, un amigo me hablaba de 'Books on the underground', una plataforma inglesa que se dedica a dejar libros en el metro londinense para que futuros lectores los encuentren, y pensé que esto también tendríamos que envidiarlo y, por qué no, copiarlo. Es una gran manera de fomentar la lectura en uno de los espacios más interesantes que hay como es el metro. Se trata de un proyecto de 'bookcrossing' precioso y muy sencillo: cada pocas semanas, en varias estaciones de metro de Londres, aparecen libros. Cualquiera los puede coger, leer y, eso sí, dejarlos de nuevo en el metro para que otra persona los vuelva a coger. Y sí, la idea funciona muy bien, como podemos ver en Twitter, donde los usuarios explican dónde los han encontrado y dónde los han dejado:
@BooksUndergrnd can't wait to read this found it at West Ham station thanks guys #booksontheunderground pic.twitter.com/tjq0bjxpVe
— John Turner (@Turner_official) 20 de abril de 2017
In need of a good book this lunchtime? You 'may' be in luck! Copies of #MayQueenBook by @helenireneyoung are waiting to be picked up! :) pic.twitter.com/mh9enZySWb
— Emma Weiss (@MadameWeiss) 25 de abril de 2017
Todos los espacios del metro de Londres son susceptibles de esconder libros: encima de los trípticos de información, en los asientos de los vagones o incluso al lado de la papelera, en el suelo. Y todo el mundo empieza a entender y respetar el proyecto, que tiene como objetivo que todo el mundo lea libros, y que la lectura sea accesible para todos y todas, tengan dinero o no. Esto no va de comprar sino de colaborar y compartir.
Sí, las cosas buenas tienen que copiarse, y esta podría ser una muy buena excusa para hacer del metro de Barcelona un espacio de intercambio literario único. Venga, ¿quién se anima a ponerlo en marcha? ¡Queremos un 'Books on the underground' a la barcelonesa!