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La ruta histórica de los culés

Begoña García Carteron
Periodista cultural i Branded Content Manager
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Sentarse en la valla para ver el fútbol, dando el culo a la calle, ha dado el nombre a los millones de seguidores que este fin de semana se han sentido más culés que nunca haciendo el triplete. Parece ser que en un principio a los aficionados no les gustaba demasiado que los llamasen con este nombre. Todo empezó en 1909, con el primer campo estable que tuvo el club, conocido como la Escopidora o también como el campo de la calle Industria, nombre en que en la época se conocía la calle París, y que quedaba justo por encima del Hospital Clínico. Tenía capacidad para 6.000 personas, pero se ponía hasta los topes, con la fila de culés encima de las vallas. Quizá lo que no les gustase fuera la posición incómoda de su culo para ver el fútbol, porque enseguida que se inauguró el campo de las Corts, en 1922, y hubo espacio para todo el mundo en las graderías, adoptaron este nombre como propio, ampliando el amor tradicional de los catalanes por la escatología.

Entonces, en Canaletas, ya se celebraban las victorias, pero no sólo eso. La fuente era el punto de encuentro de todos aquellos que no podían ir al campo a seguir a su equipo, y querían saber en directo si marcaban gol o no. El secreto de la jugada era que justo en el edificio de enfrente había la redacción del diario La Rambla, que colgaba en el balcón los resultados del partido, llegados vía telefónica en una época en que en las casas no había ni radio ni televisión. En Canaletas, entonces, también se vivían las derrotas y se fortalecía la hermandad.

La afición blaugrana se extendió como la pólvora y hoy en día tiene incluso protección divina. En la iglesia de Santa María del Mar, en una de las vidrieras de la cabecera, luce el escudo del que es más que un club. Los más devotos ponen velas en el altar de la Virgen, porque saben que ella también es culé.

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