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En las paredes de Barcelona se pueden encontrar desde obras de arte hasta murales modernistas o inscripciones de los masones, pero lo que no nos podíamos imaginar es que hubiera 20 'pen drives' o usb incrustados en las paredes de la ciudad. Todo empezó en 2010, cuando el artista berlinés Adam Bartholl presentó Dead Drop en el Eyebeam, un estudio de Nueva York que reúne a artistas para que experimenten y colaboren con proyectos a través de la tecnología. Su idea era empotrar un buen número de memorias usb en la ciudad estadounidense para crear una "red anónima 'offline' de intercambio de archivos en los espacios públicos". Una especie de Wikileaks urbano en el que todo el mundo participara de forma fácil y pudiera hacerse con archivos de otros y viceversa. "En una época de crecimiento de la 'nube' y de modernos y elegantes dispositivos sin acceso a los archivos locales necesitamos replantearnos la libertad y difusión de información. El movimiento Dead Drop es un camino para el cambio!", dice el manifiesto Dead drop.
Con el tiempo se ha comprobado que no es una locura, ya que desde el 2010 el proyecto de Bartholl se ha hecho tan grande que ya hay casi 1.700 memorias usb en todo el mundo. Y lo que es mejor, se puede saber en todo momento donde están incrustados gracias al seguimiento que se hace desde la web de Dead Drop. Pues bien, en Barcelona hay más de 20 usb y están incrustados en las paredes de la escuela Massana, en la calle del Tigre, en la Gran Vía y en la calle Llull, entre otros rincones de la ciudad.
En todo caso, podéis consultar donde están exactamente, ya que la gracia es que quien incruste un usb debe compartir la ubicación y algunas fotos en la web de Dead Drop. En este vídeo podéis ver cómo participar en el proyecto:
Memorias USB en Barcelona:
c/ Llull:
Gran Via:
c/ Jerusalem, 18