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Cuando haces pop, ya no hay stop. Perdón por el tópico, pero es la pura verdad cuando nos referimos a este bicho gelatinoso, tan repulsivo cuando le vemos escurrirse entre las rocas, tan jodidamente delicioso cuando pasa por los fogones. Para mí, el verano es tiempo de pulpo, pero la experiencia me dice que en Barcelona hay que ir con pies de plomo con lo que pides y dónde lo pides. En la mayoría de restaurantes se pasan el 'a feira' por el forro, muy pocos le encuentran el punto justo de cocción y no hay muchos que osen hacerlo a la brasa. No obstante, lo más irritante es que intenten colocarte pulpo congelado en lugar de fresco y se hagan los suecos cuando les tiras el plato en la cara. Entonces se desencadena el drama. Para escapar de los tentáculos de la mediocridad, aquí os dejo los cinco templos donde siempre que voy pido pulpo. PULPO de verdad.
O'Retorno (Urgell, 168) Son más gallegos que la Santa Compaña. El local es un laberinto ruidoso donde la gente devora la especialidad de la casa como si el mundo se fuera a acabar en media hora. De la cocina no paran de salir platos mastodónticos de pulpo a feira. La ración es una animalada y el pulpo está tan bien cocido que hay aplausos. La cantidad de cachelos es generosa, como a mí me gusta, y el gusto y esponjosidad del animal son cum laude. Hay locos del tema que aseguran que es el mejor pulpo a feira de la ciudad. A O'Retorno siempre se vuelve.
Xemei (Paseo de la Exposición, 85) El tentáculo de pulpo a la brasa del Xemei es uno de los secretos mejor guardados de Poble Sec. En este templo veneciano todo es de una calidad superior -pasta, carne y pescado-, pero esta receta es un winner que nunca falla. Muy recomendable acompañarla de un plato de pasta u os quedaréis con hambre. Nivel de cocina tan alto como los precios: os hará pupa en la Visa, id con cautela.
Bar del Pla (Moncada, 2) La receta del pulpo a la brasa del Plan, una de mis favoritas del restaurante, está encerrada en una caja fuerte en la Patagonia, vigilada por dos centauros armados con pistolas automáticas. Nunca sabréis qué lleva, cómo lo hacen, lo único que veréis es una cazoleta con un pulpo a la brasa, regado con una salsa milagrosa y acompañado de unas patatas que os harán salivar como perros famélicos cada vez que acerquéis la nariz.
Manolete (Paseo Isabel II, 2) En el Manolete lo hacen con tacto y buenas maneras. Te preparan un tentáculo de pulpo a la brasa en rodajas y lo hacen descansar sobre un montículo circular de crema de patata. Y todo regado con un chorrito de aceite de pimentón. Es un plato pequeño. Y es tan sabroso que se hace corto. De hecho pediríais dos y os los comeríais sin el menor de los remordimientos: recordad estas palabras cuando vayáis.