[title]
No, el héroe del jazz no toca el Primavera Sound: podría hacerlo, tal vez, si no hiciera más de 25 años que está muerto y enterrado. Quien toca es Chet Faker, con F de 'farsante' –que es, de hecho, lo que quiere decir 'faker'–, alias de Nick Murphy, un canadiense establecido en Brooklyn nacido en 1988 –el año en el que murió el otro Chet, precisamente: creeis en la rencarnación?–, 'crooner' electrónico un poco en la línea de James Blake, que fue uno de los 'hypes' de la temporada pasada gracias a su LP de debut, 'Built on glass' (2014).
No es el primero, ni será el último, que se apropia de un nombre ajeno para bautizar su proyecto artístico. Esto se ha hecho toda la vida desde que el mundo es posmoderno. Tampoco es nuevo que el apropiacionismo se haga con un cambio de grafía, una estrategia que multiplica el efecto cómico –os acordáis de los Dandy Warhols?– y que hoy es indispensable si se aspira a ser encontrado en las profundidades de Google.
En los últimos años una generación de productores electrónicos han puesto nombres de chiste al servicio de música que no está para bromas. El melancólico Chet Faker es uno, pero antes que él ya había Joy Orbison y Com Truise, y por estos lares, en cada edición del Xtrarradio Music Fest –que se celebró el sábado–, siempre pincha Kil Valmer. Chet Faker no es Chet Baker, pero también puede ser vuestro 'funny Valentine', si lo queréis.