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No tengo nada en contra del 'segway'. De hecho, como medio de transporte individual tiene cierta gracia. Quizá por eso, en las zonas más infectadas de turistas de la ciudad ha acabado convirtiéndose en una plaga molesta. Definitivamente, este aparato intuitivo a dos ruedas es tan diferente y divertido que el guiri lo adora para viajar en manada por el Casco Antiguo.
Y aquí es donde tenemos el problema. El 'segway', lejos de haberse consolidado como una solución para desplazarse por la ciudad, parece condenado a convertirse en el juguete del turismo más hortera. Y tiene cierta lógica: si la administración ha permitido que Ciutat Vella convierta en un parque temático, hará falta algún vehículo absurdo para ir de atracción en atracción, ¿no? Pues el 'segway' es la pijada perfecta.
Seguramente, esta polémica no ha llegado al upper Diagonal, una zona que parece tener anticuerpos contra 'segways' (en Sant Gervasi verás antes una vaca disfrazada de astronauta que un cacharro de estos). En cambio, los habitantes del Born, Gòtic i Barceloneta deben convivir (y batallar) a diario con grupos de guiris que recorren las callejuelas laberínticas del barrio en 'segway', como si estuvieran en una carrera de karts. És una guerra que desgasta. Cada verano perdemos un poco más de terreno.
Porque los guiris se desplazan en 'segway' en formación y molestan. Obstaculizan el paso al peatón sin miramientos. Por mucho que se esfuercen los guías, los guiris dan por hecho que tienen prioridad, porque por algo han pagado. Y atropellan a la gente, le cortan el paso; no tienen ninguna consideración ni respeto por los que viven en el barrio. Cuando residía en el Gòtic, llegué a ver a turistas perder el equilibrio por ir demasiado rápido, caer de forma aparatosa en medio de la calle y llevarse por delante a los peatones que pasaban por allí.
La semana pasada, leíamos la noticia de que el Ayuntamiento ha vetado los 'segways' en el frente marítimo de Barcelona. Lo aplaudo, pero no servirá absolutamente de nada. El problema no son las excursiones de 'segways' por la zona de playa, superpoblada ya de bicicletas, patinetes eléctricos y todos los medios de transporte más absurdos imaginables; el problema son las incursiones grupales de 'segways' para zonas urbanas reducidas en las que vive y trabaja gente. Si quieren hacer visitas turísticas por el Casco Antiguo, que vayan a pie, como hacen las personas adultas sin problemas físicos o de movilidad. El asunto no es baladí. Doy fe de que la gente del Gótico está hasta los cojones de los 'segways'. Sólo espero que la normativa sobre vehículos de movilidad personal en la ciudad que está elaborando el Ayuntamiento sea lo suficientemente dura y reduzca a la mínima expresión la presencia de estos trastos en zonas interurbanas. Si no es así, que les pongan más potencia: vaticino que los guiris necesitarán 'segways' con un buen Turbo Boost para huir a toda pastilla de la turba vecinal enfurecida.