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Que Barcelona es uno de los destinos turísticos más importantes del mundo es un hecho. El año pasado casi 8 millones de turistas escogieron Barcelona para pasar las vacaciones. El clima, la oferta de ocio y cultural o la variedad hotelera hacen que Barcelona sea un caramelo muy tentador para italianos, alemanes y sobre todo franceses. Estamos hablando de la tercera ciudad más fotografiada según Google y la décima con mayor flujo turístico del mundo. Vaya, que los chorizos del metro se están forrando.
Mientras el turismo en otras ciudades del estado disminuye, Barcelona sigue llenándose de visitantes durante todo el año, algo que por muchos barceloneses es una invasión y para otros algo de lo que estar orgulloso. Sea como fuere, la noticia no es esta, sino que desde hace unos años se está produciendo un descenso continuado de residentes extranjeros en Barcelona. En un año, la población extranjera en la ciudad ha disminuido en casi 6.000 personas. Desde 2009, el número de personas extranjeras residentes en Barcelona ha ido en retroceso de manera constante. Este descenso se debe, según los estudios, al regreso de personas a su país de origen. ¿Son datos que hay que tener en cuenta? ¿Se está convirtiendo Barcelona en un parque de atracciones para turistas? ¿Estamos ante una de las consecuencias de la masificación turística de Barcelona?