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Hace años que el Turó Park pide a gritos una reforma que favorezca el patrimonio natural y escultórico del arquitecto Rubió i Tudurí. Este parque público de la zona alta de la ciudad pedía una rehabilitación que por fin se llevará a cabo. Se hará una recuperación integral del lago, se renovarán 3.000 metros cuadrados de caminos de tierra y 3.200 metros cuadrados de césped prado, y también se sustituirán unos 1.800 arbustos. Un proyecto de unos 800.000 euros que incluye la plantación de árboles nuevos y la recuperación del antiguo teatro de títeres, así como una señalización nueva y zona de juegos infantiles con juegos nuevos, bancos y papeleras nuevas.
Todo ello es imprescindible, y es de agradecer que por fin se lleve a cabo, pero la noticia de este proyecto, guste o no, es que se convertirá en el primer parque público de la ciudad que no permitirá la entrada de perros. Podrán acceder sólo a un pipican al que se accede a través de una entrada lateral del parque. Se acabó eso de ver perros que corriendo por el Turó Park.
La decisión no ha gustado a una buena parte del vecindario, acostumbrada a pasear con su perro por el parque. Pero también es verdad que parte de la culpa de su deterioro es por la gran cantidad de animales que hay, y por el incivismo de muchos de los dueños de los perros.
El Ayuntamiento invertirá mucho dinero en esta reforma y no quiere que los perros y los dueños que no saben controlarlos dañen la recuperación del parque. Y los vecinos con perros no quieren ser expulsados a un pipican. Enjaulados. Quieren disfrutar de su parque de toda la vida, con sus chuchos.
Aunque el consistorio ha confirmado la amlpiación de la zona para perros de espacios como la plaza Letamendi, en los próximos meses el Turó Park se pondrá guapo y presumirá de un lavado de cara espectacular. Eso sí, sin perros por medio.