[title]
Triste final para uno de los bares de referencia del ámbito homosexual (y de la vida nocturna del Raval en general, vaya). A principios del mes julio, la bodega La Penúltima (Riera Alta, 40) cerró, a resultas de una inspección de la Guardia Urbana que se produjo el pasado mes de marzo.
Según explica Francesc Farré, socio del local junto con Angel García –fueron camareros del bar durante tres años antes de ser propietarios– en julio de 2012 adquirieron el negocio de los anteriores dueños, creyendo que habían comprado una licencia de actividad de Bodega Degustación ( con derecho a mesas, sillas y taburetes). Pero en realidad la licencia que le constaba al Ayuntamiento era la de Bodega Polivalente tradicional (tienda de licores en la que no se puede consumir alcohol). «Nos hemos sentido engañados por la anterior propiedad del negocio», explica Farré. «Hace dos años que llevamos el negocio y nos ha tocado pringar», se lamenta.
Después de cuatro meses de lucha legal, recursos y alegaciones, los propietarios han tenido que bajar la persiana debido a un ultimátum del Ayuntamiento. «O tienes la licencia o no la tienes», dice Farré, «y el distrito ya no da más licencias». Los propietarios descartan la reconversión a otro modelo de negocio por “no tener suficiente dinero para afrontar las reformas necesarias». Ahora bien, también quieren transmitir que aquí no ha muerto nadie: «Seguiremos haciendo cosas. Nadie ha muerto. Quizás abriremos otro local o montaremos una fiesta ».
La Penúltima organizó actos benéficos a favor de organizaciones que luchan contra el SIDA-VIH como Checkpoint, y ofreció su espacio sin ánimo de lucro para que muchos artistas pudieran exponer su obra al público. El bar también tuvo cuidado de controlar los niveles de ruido y siempre se caracterizó por tener una buena relación con los vecinos (sus mediodías de vermut ya eran todo un clásico en la calle Riera Alta).