¿Nostalgia del verano? El olor a bronceador, los pechos al aire, el bañador eslip, la sangría... Tranquilos, en el Zahara Cocktail Club podéis paladear los últimos coletazos de la estación más cálida como si estuvierais en plena canícula de agosto. Y esto, en días de depresión postvacacional, es un regalo de los dioses. De los locales que pueblan el paseo de Joan de Borbó, este es sin duda el que tiene el look más contemporáneo y los mejores cócteles. No penséis que se trata de la quina esencia de la sofisticación, que estáis en una zona de guerra turística. De todas formas, el bar ofrece un interiorismo moderno, con sofás de cuero, mesas bajas, combinaciones en negro y rojo, y una barra nocturna de donde salen cócteles a precios bastantes razonables, si tenemos en cuenta la ubicación del establecimiento. Ahora bien, la perla es la terraza, una tribuna fresquita con dos cactus gigantes en la entrada.
El servicio es más lento y olvidadizo que una tortuga con demencia senil, pero si conseguís un sitio fuera –dentro hace un calor de mil demonios y la música suena a un volumen indecente –, os entretendréis con el desfile de guiris escaldados que vuelven al hostal después de darle unos masajes chinos en la playa. De vez en cuando, desearéis que algún agente de la Guàrdia Urbana les meta una multa a los que piensan que Barcelona es la piscina municipal de la Barranquilla y va en pelotas. Y entonces, durante esos segundos de rabia, olvidaréis que habéis vuelto a la oficina y que hace dos semanas que los informáticos no os arreglan el ordenador del trabajo. Se agradece.