Los hipsters del Poblenou lo han adoptado, pero el Mónaco sigue inmune a caprichos modernitos. El bar sigue viviendo en el año 1973, sumergido en una decadencia deliciosa, y seguirá igual cuando los gafapastas se marchen hacia otras latitudes. El encanto de esta trinchera también se concentra en el futbolín de la casa, una increíble pieza de coleccionismo que inauguró Matusalén y que acaban de poner al día.
Time Out dice
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