Desde la mesa de la terraza más al sur dicen que se ve al mar. Es un bar con vistas, está claro: situado en la esquina de República Argentina con Gomis, arriba del puente de Vallcarca, desde El Rincón se ve el Park Güell, la montaña pelada y una buena franja de casas y cielo.
Es un bar triangular, todo ventanales, en la base de un edificio que aprovecha al máximo la punta final de su manzana: una especie de edificio Dakota de NYC pero de aquí y sin resonancias satánicas. Abre todos los días, está forrado de madera por dentro y su terraza es de las más codiciadas de la zona. De entre su generosa oferta de tapas destacan la ensaladilla rusa, hecha por ellos, los calamares a la romana y la tripa. Estas peculiaridades y el encanto de los dueños hace 62 años que la han convertido en un lugar de encuentro de esta parte alta de la ciudad, a caballo entre El Putxet y Vallcarca.
El local lo abrió Salvador, ex boxeador ya jubilado, y ahora lo llevan a su hijo Javier con su cuñada Chelo, que mantienen de pies a cabeza el buen trato y el ambiente familiar del bar. La clientela es gente del barrio, transeúntes y exploradores intrépidos de los rincones más entrañables de la ciudad, como Víctor Nubla, Sebastià Jovani y Roger Fortea, escritores y noctámbulos profesionales que de vez en cuando van a tomar uno de los mejores vodkas del mundo, el zubrowka, un vodka polaco con un bisonte en la etiqueta que vale la pena probar.