Colibrí Vodka & Gin (CERRADO)

Un duende les concedió un deseo y pidieron la terraza más cojonuda del Raval. Digo esto porque es imposible explicar racionalmente la suerte que tiene este establecimiento de poseer un mirador tan bien parido en la esquina de Riera Alta-Erasme de Janer.
El Colibrí descansa en un vértice donde confluyen las líneas telúricas más ancestrales del barrio. Desde este ángulo abocado a dos calles legendarias, ofrece al visitante un espacio interior de ligera influencia hipster; un lugar poliédrico donde conviven detalles de diseño –taburetes colgados del techo– con elementos que nos transportan al año de Maricastaña y que parecen haber sobrevivido a dos eras glaciales. Hablo de una máquina de tocadiscos de cuando Sean Connery no llevaba peluquín, de las lámparas del techo, de una barra antigua de mármol y metal impresionante.

Decorado con gusto y bañado por la luz gracias a unos milagrosos ventanales abiertos donde también os podéis sentar, este bar-café-vermutería juega la carta de la gustera divinamente. Se está bien, muy bien, tanto dentro, como si tenéis suerte y encontráis hueco en la terraza. Y lo mejor es que se está bien, muy bien, desde la mañana hasta bien entrada la noche; en otras palabras: todo el día apalancados allí como si no hubiera mañana.

En el sector priva, tienen una completísima carta de ginebras y vodkas premium –los mejores vodkatónic del barrio– y una coctelería que supera las expectativas, gracias a un Bloody Mary que cura resacas de dos en dos. Por lo que respecta a la comida, tapas de calidad media, ideales para acompañar la copa como actrices secundarias: aquí la comida no es el actor protagonista. Aquí se viene a hacer el vermut, la Moritz, el cóctel, el spritz o el gin-tonic. Aquí se viene a convertir la procrastinación en un arte. Por cierto, sólo tengo un reproche, dirigido al hilo musical: escuchar el disco entero de Dani Martín no es bueno para la salud. Lo certifico.