La imponente coctelería del restaurante Boca Grande es una de las paradas nocturnas más chic de Barcelona. A pesar de los precios parisinos, sólo tengo palabras de emoción etílica para el gin tonic de Hendrick s con rodaja de pepino que me sirvieron: los mejores que he probado en mucho tiempo. Tendrá que estrangular la Visa, de acuerdo, pero la apuesta es segura, las barras de este Olimpo sólo facturan ambrosía por decreto.
Los alcoholes de primera categoría, se añade una decoración lujosa, inspiradísima, irresistible para los cool hunters. El local cobija una clientela selecta y adinerada, no resulta difícil pillar algún prohombre de la farándula catalana, algún deportista de élite o alguna modelo. Y el interiorismo está a la altura de las circunstancias pecuniarias del personal. Animales disecados, mobiliario de autor, telas de calidad, espejos victorianos, fotografías antiguas ... Todo repartido en diferentes niveles y con el añadido de una terraza milagrosa para los esclavos de la nicotina. Un prodigio del diseño, en definitiva, que no os acabaréis en una sola visita: obligatorio volver para descubrir todos los rincones.
Incluso han cuidado los detalles en lo que se podría considerar el mejor aseo de Barcelona, un espacio mágico ubicado en las catacumbas del local que recuerda, por estética, los decorados de Eyes Wide Shut. Un WC cinco estrellas con programación de DJ y música dance-habéis leído bien-que fusiona los conceptos de letrina y pista de baile con originalidad y elegancia. Boca Grande? Por supuesto, de tan abierta que se os quedará.