Aunque os parezca mentira, hubo una época en la que ir a un pub irlandés no hacía de turista sinó que era algo de lo más barcelonés. Lo abrió en 1994 Seamus Farrell, un irlandés que lo convirtió en, más que un abrevadero, en un centro cultural: los estudiantes de filología inglesa íbamos a debatir sobre Joyce, a privar cerveza negra y a intentar hacer prácticas orales con algún nativo, a poder ser joven y atractivo. Había noches de quiz cultural y música en directo.
En 2021 dos emprendedores lo reabrieron y restauraron hasta el más mínimo detalle. Todo el mobiliario, las sillas, la artesanía de madera y la barra son originales. Y toda la madera se hizo traer de Irlanda en un contenedor para hacer el bar: en las antípodas de la reconstrucción hortera y el falso envejecimiento. De bebercio la cosa bien servida, variada y completa: preside la barra un precioso tirador de Guinness en forma de arpa y la acompañan tiradores de Heineken (lager rubia suave), Paulaner (belga de Balta un poco tostada), Murphy's ( clásica irlandesa ligera y roja, un poco tostada), la Hop House 13 ( 'craft beer' de Guinness, lager lupulada sin entrar en terreno IPA), sidra Strongbow y la Lagunitas, una IPA estadounidense, y dos tiradores rotativos de cerveza artesana. En total, un repertorio que hará contentos desde el típico tocapelotas de la cerveza artesana hasta el que sólo quiere una caña fresca bien tirada. ¡Y tienen 60 referencias de whisky!