Donde antes estaba el Bohèmic, famoso por su cocina gastronómica en un bar familiar, ahora está el Sant Antoni Gloriós, un bar que hacía falta en el barrio tras la desaparición del primero. Una barra y cuatro mesas altas con taburetes. Han vuelto los buenos platillos, las albóndigas y los garbanzos con gambas, pero también platos con un punto más sofisticados como el canelón de pato con foie o la caballa con ají y yogur. Y es que la acera de enfrente del Raval se ha convertido en un banco de pruebas de comida hipster. Lo fundamental, con todo, es que continúan sirviendo ¡las antológicas bravas del Bohèmic! Celebramos con una caña bien tirada, con un porrón de vino o con Manso, una michelada nostrada.
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