Después de 45 años, el mítico El Bodeguín de la calle Herzegovina plegó velas. ¿Quién ha osado instalarse en el número 24? Como siempre, los que suben con fuerza. Vera, Albert y Xavi, jóvenes con empuje, decidieron dar la vuelta al local de pies a cabeza. Ahora es Pervers Taverna Poética: toda una declaración de intenciones. Lo han remodelado que no lo reconoceréis, con mesas de mármol y madera oscura y un espejo al fondo. Las paredes, de verde claro, aportan frescura. La cocina a la vista. La sonrisa de la Vera, franca acogida.
La carta te llega dentro dentro un sobre, literal, con trece decasílabos del poeta Eduard Sanahuja (pariente de los intrépidos) te sincronizan cuerpo y alma para recibir adecuadamente los aperitivos y los bocados fríos y calientes que nos proponen. Las bravas se llaman Stendhal: llevan una salsa roja y la otra negra: la primera, un sofrito bien picante, y la segunda, un alioli suave de ajo negro. El bizcocho de sobrasada con sardina ahumada sorprende por la mezcla de salados y texturas, que casan muy bien.
El entrañable de bacalao es tripa de bacalao con garbanzos, capipota del mar, delicioso, con la misma untuosidad de su primo hermano (7,9 euros). Hemos perdido un abrevadero clásico –y un héroe insustituible de barrio, Miquel– y hemos ganado una taberna que programa recitales de poesía, cocina con gracia y tiene mucho terreno por recorrer.