La Fonda Pepa abrió su bar a finales del 2024. En Oído, Pedro Baño y Paco Benítez montan su particular concepto de homenaje al snack bar ochentero. El dúo de cocineros catalano-mexicano ha querido hacer un bar "informal, típico, de toda la vida, que rinda homenaje a la profesión de cocinero y de hostelero. La Fonda es para entablarse, este es para picar y divertirse", explica Pedro. La decoración es bonita y sin pretensiones: una pared cubierta de tiques de consumición y de fotos enmarcadas de sus héroes culinarios. Y como no tenía barra, pues han añadido una mesa alta central larguísima, donde la gente se sienta y comparte espacio y comida.
La imaginativa austeridad del local se corresponde con el estilo culinario: bocados y platos sencillos y directos, con una idea concisa detrás, ejecutada con tiralíneas y sin efectismos. Disponen de una pequeña robata, parrilla japonesa, y una parte de la carta –impresa en un ticket de consumición– son pinchos (o brochetas). De aspecto normal y sabor brutal: un pincho de corbina salvaje marinado horas en soja, aceite de girasol, sésamo y oliva, con una picada de hinojo, manzana y cilantro. Otros platos son aún más directos. Como por ejemplo, un montadito de foie a la sal e higos cuello de dama, sobre una focaccia de romero, goloso, salado y aromático. Y si vas con hambre, se te puedes hartar como un ladrón con platos de guiso afinado: un fricandó con trompetas de la muerte o unos macarrones del cardenal como Dios manda, por ejemplo.