Me zampo el bikini del día: pan buenísimo, que aprisiona jamón canario, tocino, cheddar y mermelada de frambuesa. Celestial. La propietaria de Monsieur Bosc, Florencia Rondón, me informa que todo el material -menos los embutidos y quesos- está hecho en su obrador. Rondón, pastelera venezolana que estudió en París y Nueva York, explica que Monsieur Bosque "es una cafetería-pastelería con un repertorio desligado de modas", que se llama así en honor a su bisabuelo, pastelero y parisino.
Rondón y su marido, Eulogio Hernández, abrieron hace siete meses, pero parece que lleven más tiempo: en un espacio delimitado por tres tabletas y el obrador a la vista, desarrollan un repertorio dulce -con algún salado- que Rondón hace 25 años que madura. "No se trata de inventar la rueda, sino de hacer las cosas bien", valora. Comienza a contar y le salen unas 50 referencias: desde un canónico croissant de mantequilla francés hasta un milhojas con crema pastelera, también eclairs, profiteroles o pastel de limón ... Materia prima excelente a precios populares (café con leche del bono a 1,50 €). A la hora del desayuno o merienda no se puede pedir más.