Este local está cerrado.
No es fácil encontrar una 'caipirinha' hecha por manos brasileñas en Barcelona. Por eso, cuando descubro el Maloca y veo que es un 'boteco' incrustado en Sant Antoni, me meto de cabeza y pido una. Las propietarias del Maloca son de Brasil y se nota. Tienen distintos gustos, pero me decanto por la clásica (con 'cachaça', no con vodka!). La sirven en un bote de confitura del revés, porque los ingredientes se mezclen.
Maravillosa, embriagador, pero sólo es la punta de un iceberg brasileño –excusád el oxímoron– donde se está de narices. En este local acogedor, relajado y lleno de muebles reciclados, puedes hacer una inmersión brasileña a golpe de zumos, caipirinhes, tapas y platillos típicos. Es muy popular el pan de 'queijo', un pan de queso que los expertos catalogan como de los mejores de la ciudad y con el que hacen bocadillos, panecillos e incluso pizzas. Las tiras de queso 'coalho' con confitura de albaricoque también ayudan a matar el hambre. Y si hay hambre de verdad, directos al 'escondidinho'. También tienen vermut –ideal para combinar con las patatas Maloca, con allioli de cilantro–, café de calidad, cerveza e incluso 'brunch' los domingos. Y si tenéis perro no lo dejéis en casa, Maloca es un espacio 'dog friendly'. Imposible no querer este bar.