En la esquina de la calle de Valencia con el paseo de San Juan, cerca de la obra alargada de mosén Cinto Verdaguer y su figura encorvada, hay un bar que abre hasta tarde. Un secreto a voces. Tiene pinta de casa de citas pero Lord Byron es un clásico de los noctámbulos barceloneses con más conocimiento, porque te acoge con los brazos abiertos cuando el resto de los locales te echan a patadas.
El interior es de madera, como la entrada, y un camarero experto te da la bienvenida y enseguida te hace sentir como en casa: es de aquellos que se la saben larga y han visto de todos colores. En el Lord Byron, la desazón de la última copa se disolverá amablemente y podrás irte a dormir sin aquel desazón de no haber apurado la noche hasta el final. Encontraréis a algún turista despistado, pero sobre todo a fauna local que acaba tarde de trabajar y quiere fiesta.
La música no está mal y no la ponen muy alta, todo el mundo es bastante civilizado y el espíritu del poeta inglés plana, opiáceo, entre aquellos que van a beber y olvidarse del hoy y el día siguiente.