El hecho de que Carlos Raluy del Circo Raluy haya heredado y reabierto el London Bar fue un rayo de luz: "Eli Bertrán, gran amiga, me lo dejó en herencia para que no le dejara caer. Es una responsabilidad ", dice emocionado. De ninguna pista propietario, esta es la historia de Carlos Raluy. Regenta el más que centenario London Bar después de recibirlo como herencia por parte de la antigua propietaria y es, sin lugar a dudas, el mejor apellido que podría encajar en un local con tanto vínculo con la cultura y el circo.
Incontables generaciones haciendo codos desde el 1910, la idea platónica de barra de bar que muchos tenemos es la del London. La historia es a prueba de cínicos: antes de la guerra, el London era punto de encuentro y ensayo de artistas de circo. Dos acróbatas tenían un contrato para ir al norte de Europa pero les faltaba un tercero. Y el abuelo de Eli (antigua propietaria) les recomendó que fueran a buscar el padre de Raluy, parroquiano londinense, obrero y artista amateur. Por un revuelo dejó la fábrica de Sant Adrià e hizo las maletas. "Sin el London no habría el Raluy. No puedo abandonar un London Bar: vuelve el circo lugar de donde venimos y que forma parte de nosotros", dice.
Lo gestiona Magda Viegas (solvente, ex bartender del Boca Chica), quien ha ingeniado una coctelería de autor con tragos inspirados en el circo. Viegas promete que dentro de medio año, la catedralicia trastienda donde Eli puso música en vivo cada noche -y que en esta ciudad de corazón de corteza seca fue su sentencia- volverá a ofrecer shows de circo y música. La reanudación es impecable: han hecho un lavado de cara en el bar pero no han cambiado nada. "Las sillas son las mismas restauradas, las fotos y los cuadros son exactamente en el mismo sitio", explica Raluy emocionado.