La Clau

En estos tiempos de hipsterismo histérico, la bodega La Clau es una vuelta a la sencillez, a la esencia de lo que debe ser una bodega de barrio de verdad. La Clau no tiene pretensiones. Prefiere invertir las energías en recopilar una buena despensa de conservas de calidad, utilizar un buen queso de oveja y repartir unos embutidos granadinos de primera. Ha heredado el espíritu de la antigua bodega que ocupaba hace tiempo el mismo espacio; de hecho, aunque cuenta con surtidores vintage de vermut y de Priorat negro, un vino que tiene mucha clientela y que muchas abuelas compran para cocinar. Ah, y también hacen pisco sour!

Sin embargo, aquí el vermut impone. Ir a La Clau un sábado antes de comer es sanador. La última vez que pasé, me perdí en un par de cervezas espumosas, generosas, bien tiradas, y lo remató con unos berberechos Espinaler. Sentado en la mesa de madera, rodeado de barriles gigantes y cuadros psicodélicos, comprobé que no es difícil coger cariño a este espacio. La Clau es la clase de bodega que necesita el Raval para seguir siendo Raval.