Focacha es una coctelería retrofuturista, en el barrio de Sarrià, que está oculta tras una focaccería. Como es habitual en los bares de La Confiteria, hay múltiples capas de lectura: un homenaje a la movida de la gauche divine y al Bocaccio de Oriol Regàs, pero también al arquitecto y diseñador Verner Panton, el genio colorista que elevó el plástico y el metacrilato a la categoría de arte. Han convertido su instalación Visiona II en un espacio físico permanente.
Focacha te sacude, pero con cariño: la luz de la sala de la barra, rodeada de módulos de colores intensos, se refleja sutilmente en la base del mostrador, creando una atmósfera dinámica e inmersiva. Como tomarse un cóctel en medio de Barbarella, vaya. Y ojo, que la coctelería va directa al grano: tragos creativos, elegantes y contundentes, como el Dolly Parton, con tequila, soda de sandía y bitter de chipotle. Picante, afrutado y cítrico, una delicia que ni echa humo ni deja KO. Pero si te tomas demasiados, quizá te entren ganas de fundirte con las curvas aterciopeladas de la moqueta de las paredes, que para algo son tan simpáticas y orgánicas.
El prodigio de diseño se completa con una sala de DJ más íntima y oscura, con sofás sinuosos y una cúpula en el techo. El último paso es un pasillo de espejos y luz, puro arte óptico. Y la focaccería de la entrada, oculta tras una nevera falsa, no es solo un decorado: ofrece una carta de bocadillos italianos catalanizados a cargo de Víctor Ferrer, como una focaccia de butifarra asada desmigada, con crema de setas y stracciatella, salsa verde y que no tiene nada que envidiar a la porchetta. Como dicen ellos... Make Tuset great again!