Dos Billares

Si bajáis unas escaleras retorcidas, os adentraréis en las catacumbas de la casa Camper y, de repente, se materializará ante vosotros una burbuja rectangular de madera llena de butacas retro. Parece una coctelería clandestina de Hollywood de los años 50. De hecho, todavía se puede oler la colonia de Humphrey Bogart, y los altavoces rellenan el vacío de jazz espasmódico. Dos tablas de billar americano en un estado impecable presiden el espacio: los tacos, colgados en las paredes; las bolas, perfectamente dispuestas en el tapete. Litografías y cuadros rodean este 'speakeasy' y conducen la mirada del bebedor al púlpito, es decir, la barra. Si pedís un Bloody Mary de wasabi, sufriréis un ataque de priapismo etílico: delicioso.