La ciudad la hacemos entre todos: cada vez que alguien abre un local la transforma, al igual que con nuestros hábitos, también la cambiamos. Últimamente han aparecido muchos bares que ofrecen café de gran calidad con varias nuevas opciones para tomártelo, sobre todo, de filtro. Esta moda, desgraciadamente, muchas veces viene acompañada de unos precios excesivos por una taza de café (muy por encima de los dos euros) y un ambiente esnob y estirado, cuando aquí, tomar café siempre ha sido una actividad popular y muy arraigada en hacer barrio.
Es una alegría comprobar que no todo el mundo lo hace igual: Javier y Raquel han abierto, en el centro, el Departure Coffee, un rincón luminoso de techos altos, diáfano y con tres prensas de carpintero grandes y preciosas en medio. "Antes esto era una carpintería", me explica Raquel, "y aún antes, el establo de un convento de monjas". Risueña, Raquel representa el local: la cocina abierta (tostadas, bocadillos y dulces) también invita a relacionarse y a sentirse como en casa. Tienen un café muy bueno, de Slowmov, a 1,60 el expreso. La leche es ecológica, de La Selvatana, y sirven cervezas artesanas como la 8 Reales y vinos ecológicos como el Jazmín. También es una galería: podéis ir a presentar vuestras propuestas artísticas.
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