"Cuando abrimos un local, nos gusta estudiar el barrio y darle lo que creemos que necesita. Cuando fuimos a pasear por el Clot, veíamos a las abuelas en bata comprando en el supermercado. Y quisimos enfocarnos en eso: un lugar donde tanto mayores como jóvenes se sientan a gusto", explica Martín Pimentel, chef y CEO del grupo de restaurantes responsable de éxitos como V de Vermut, Bar Pimentel o Piel de Gallina. Y eso es lo que han hecho en Casa Pepi: construir un bar de tapas/casa de comidas inspirado en el kitsch de la bata de boatiné y en el universo almodovariano de 'Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón'. Más allá de la narrativa conceptual, si hay algo que esta gente también sabe hacer bien es cocinar.
En realidad, estamos ante una actualización de los bares de tapas/casas de comidas de toda la vida, esos que ofrecían buena cocina de fusión. (Sí, fusión entre Cataluña, Andalucía y Galicia, como en cualquier buen bar veterano de L'Hospitalet, pero con su toque diferencial y personal). Aquí la propuesta empieza con platillos para compartir, con la frescura característica de la casa –como una ensaladilla rusa con piparra– y guiños a lo popular de siempre. Por ejemplo, unos 'soldaditos' de bacalao –lomos de bacalao con un rebozado ligero, que demuestra el oficio de quienes han elevado el pollo frito al olimpo culinario– o unos huevos rellenos de atún, un entrante tan olvidado que, si lo quieres, te lo tienes que preparar en casa. Los principales siguen este sincretismo popular: uno de los éxitos de la casa es la oreja gallega con romesco, o una maravillosa presa ibérica curada que reposa sobre un lecho local de patata enmascarada. Sí, hay excursiones creativas –como el 'foie' marino con manzana caramelizada–, pero aquí saben darle al barrio lo que el barrio quiere, y a precios muy interesantes.