Tras superar la peligrosa barrera de los diez años trabajando de noche, Jordi Lanuza, curtido en el Vinilo graciense desde 2005, ha emprendido una aventura diurna: 'vita nuova'. Hace unos meses, Manolo, del Moï-Yo de la calle Minerva, se traspasaba el local a un precio razonable, así que Jordi y su esposa, Nina, se decidieron. Está en el callejón que conduce de la plaza Narcís Oller a la ruidosa Diagonal en la que ahora se ha establecido la familia. Con las paredes de color turquesa y el suelo de madera, decorado por la Nina, es un cubil perfecto para resguardarse del ruido urbanita.
Abren de la mañana hasta después de comer y ofrecen una selección de tés cuidadosa (del Caj Chai del Call), cerveza de jengibre ecológica, zumos y café Bou. En el desayuno, buen material del horno Fortino (¡haciendo barrio!): Pasteles, bocadillos de 'scamorza' o croissants de espelta. Para comer, cinco opciones: tres cuencos y dos hamburguesas. El cuenco (8 €) puede ser thai (arroz rojo, tofu, curry, germinados), marroquí (cuscús, pollo, higos, babaganuix) o hawaiano (arroz blanco, salmón, cebolla marinada, edamame). Una hamburguesa es vegana, de espinacas, y la otra de cochinita pibil. Se escucha a Cass McCombs y la bondad de Jordi es todo un bálsamo: ¿qué más se puede pedir?