En la rambla de Sant Andreu, Josep Lluís Clotet y su mujer, Charo, abrieron la Bodegueta de Sant Andreu, a mediados de marzo del 2020 (ehem, ya sabéis lo que pasó). Y han consolidado un bar de tapas que tiene un lema resultón (y cierto): cocina modesta pero honesta. Clotet se enorgullece "de no comprar nada de quinta gama, hacerlo todo hogareño y comprar en comercios del barrio en la medida de lo posible". La prueba es llegar y encontrarte un escaparate de las croquetas del día sin freír.
Aquí la cosa va de placer comiendo directo y sencillo, pero hecho con mucha mano izquierda. Las croquetas tienen forma irregular –porque las voltean a mano– y buenísimas (probad las de huevo frito y chorizo). Tienen una quincena larga de variedades. El otro punto fuerte son los pinchos de tortilla de Charo –de esas bien jugosas, con el punto de caramelo de la cebolla endulzando el queso– y los guisos (por ejemplo, callos o albóndigas con chipirones).
Y dejan cierto margen a la creatividad, como en la invención de la bomba de Sant Andreu, que es el doble de grande que la de la Barceloneta, con salsa brava de huevo frito y chipotle (Ana, la otra cocinera, es mexicana). No, los más que notables torreznos certifican que este no es un sitio para hacer dieta. Pero sí para hacer barrio: abierto desde el 2020, parece que lleve 50 de abierto, y el local, en un edificio más que centenario, tiene mucho encanto.