La Bodega Crudo de Sant Andreu existe para demostrar que no hace falta ir al centro para tomarse un buen aperitivo. Todo lo que hay en la carta es fermentado, crudo o adobado. Muy buen producto y tocado lo mínimo. Opciones clásicas -gildas, boquerones, conservas, mesas de quesos y embutidos- y cositas más 'modernitas' y personales, como los dados de bacalao con naranja, maíz y aceitunas de Aragón o el foie gras de las Landas a la sal y macerado con Oporto y brandy. Para redondearlo, un par de bocadillos de autor; el sándwich de pastrami y el bikini de gorgonzola y calabaza asada. Para bajar, una treintena de referencias de vinos en rotación y una docena vendida por copas. Pequeños productores, mucha DO catalana y botellas que se pueden encontrar en restaurantes Michelin, pero a precios de Sant Andreu. El dueño es Roger González del aclamado Bar Torrente.
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