El Bar Vint-i-Quatre significa el regreso de Carles Abellan, uno de los inventores del bar de tapas moderno de Barcelona, a la primera línea. La reconversión del segundo Tapas24 en Bar Vint-i-Quatre significa que ha vuelto por la puerta grande y haciendo lo que mejor sabe hacer: platitos para compartir, que en realidad son platazos, por el acierto de los sabores, un producto fantástico y la ruptura de algún convencionalismo (sin pasarse de heterodoxo). ¿La diferencia con Tapas24? Pues que aquí prima más el factor de plato de temporada que no el tapeo (aunque, por supuesto, se puede practicar con solvencia con algunos clásicos como el bikini o la tortilla trufada o sus maravillosas croquetas de rostit de pollo), y que el carácter es de bar restaurante muy arreglado pero informal, donde puedes cenar con o sin americana.
¿Algunos ejemplos de plato entero? Unas exquisitas setas de otoño, salteados y con yema de huevo de Calaf, un plato que por potencia organoléptica absoluta y sensata ausencia de artificio no necesita nada más. O recetas que el chef ya se trae Formentera, como el atún 'akami' –la parte interior del lomo– a la manteca negra, piñones y 'kizami' wasabi, un plato muy goloso que se te clava en la parte del placer del cerebro con la primera mordida. Es un lugar para todas las horas: desayunos de tenedor y cuchillo a base de huevos de Calaf y pan como Dios manda, pasando por la hora del vermut y la tapa clásica, y también cocina de mayor elaboración, donde podrás comer ligero –¿recuerdas el tartar de tomate marca de la casa?– o darte unos macarrones del cardenal un sábado al mediodía, con la siesta a la vista. Y tiene una terraza resguardada por arquitectura modernista que es de las más bonitas de la Diagonal.