Hace tiempo que quería ir. "Es un bar íntimo, ideal para tener una primera cita. De aquellos hechos con cuidado y bastante vírgenes por tratarse de Barcelona ", me dijo una buena amiga. Ella tropezó con este local un día de adioses de esos que no se olvidan. Cuando abres la puerta, te das cuenta que el Meraklis es un local para enamorarse de quien sea. O al menos para intentarlo. Una luz suave, música de fondo y jarrones con fragmentos de novelas inscritos son algunos de los alicientes para llegar al clímax. Las mesas no se tocan entre ellas. Puedes recitar en ellas tu dietario y decir burradas sin preocuparte por las orejas intrusas.
La decoración tiene más detalles que un Wally. Se mezclan vinilos con tocadores que a la vez reflejan móviles de hojas secas en los espejos. En la pared, destaca un 'yellow submarine', pósters de películas clásicas pegados y un sinfín de objetos vintage, combinados con ternura. "Para todos aquellos que aprecian la imperfección tanto como la sinceridad ... Bienvenidos". Así termina la carta que presenta platos de raíces genoveses. Si vas, que caiga una burrata al 'pomodoro' con romero. Hay unos sofás como los de casa la abuela, ideales para fundirse. Deseo que os sentéis allí con un buen 'match'. Y que no los tengáis que compartir con una reunión antitránsito de los vecinos del barrio, como yo.