Este bar restaurante cerca de la Rambla ha decidido crecer y escuchar las plegarias de muchos fans que no querian congelarse en el invierno bebiendo a la intermperie. Ahora, cuenta con un salón interior. Y se está de coña. Su decoración sencilla, con mucha piedra y ladrillo a la vista, el salón tiene una inspiración escandinava, pero no renuncia al orgullo ravalero. Las mesas y sillas de madera y un interiorismo limpísimo invitan a disfrutar de una cerveza,un cóctel o un bocadillo de lujo sin sufrir el frenesí de freaks, guiris y criaturas de la noche que pueblan el barrio.
En el vaso podréis meter zumos naturales, vino, gin-tonics, algún cóctel clásico –la lista es corta pero efectiva– o las magníficas cañas de diferentes capacidades, como la de medio litro como trofeo para verdaderos campeones. En el plato, las tapas, ensaladas y bocadillos con la marca de calidad de la casa son opciones que no pueden fallar en un espacio que ha cambiado sin cambiar. El Mendi ya no es el Mendi, ahora es mucho más: una nave de rescate para ravalnautas necesitados de cobijo.