Can Comalada era una institución del barrio: cerró en 2008 y dejó un vacío en el corazón de los gracienses. No ha sido hasta agosto de 2015 que el local volvió a la vida reencarnado en el bar La Rovira de las manos de los dueños del Coleccionista y el Cara B, también locales de Gracia. La familia Comalada había recibido otras propuestas pero ninguna antes no les había convencido bastante.
¿Qué tienen, en La Rovira? Para empezar, dieciocho tiradores de cerveza artesana. Es el rasgo distintivo. De los dieciocho, quince son rotativos: se acaba uno, se pone otro distinto. Si no sabes del tema, amablemente Noe, la maestra cervecera o cualquiera de los camareros te cuentan de qué va el tema antes de gastarte los tres euros y medio que cuesta media pinta inglesa (28 cl), te dejan probar un dedo para que no te arrepientas de la elección. Alex, el dueño, me cuenta que tratan la cerveza con mucho cuidado. Además, preparan unos bocadillos planchados deliciosos con nombres de calles de los alrededores –Reig y Bonet, por ejemplo, de pollo, aguacate, cebolla y xipotle, que cuesta 6 €– ponen el Barça, tienen una máquina de discos preciosa con singles cojonudos y al mediodía ofrecen una combinación de ¾ de planchado, ensalada y bebida por 8,2 € que vale la pena probar.
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