El Bar El Pollo pica piedra desde 2021 y se ha labrado la justa reputación de ser uno de los bares de tapas más sólidos de Barcelona. Y ahora tiene una hermana pequeña: el Bar La Polla está con puerta del Pollo, y tiene una vocación de barra pura y dura, con buena bebida y tapas frías, explica Aimar Córdoba, el propietario. Es en el corazón del Raval, donde estuvo el Bar Jarana, uno de esos pedazos del antiguo barrio Chino ya desaparecido.
La vocación fría es forzosa: solo tienen licencia C1, sin cocina caliente, por lo que tiran de su mejor repertorio de salazones, encurtidos, ensaladillas y tortillas. Con su inseparable jefe de cocina, Javier Sánchez, ha puesto en marcha una carta corta con embutido y pescados curados, escabeches, ensaladilla rusa, ensalada murciana (tomate en conserva, huevo y alcaparras) y boquerones en vinagre –con salsa de oliva gordal triturada con tela!–, que es para mojar pan. El bonito curado con piperrada es una delicia refrescante, y del lomo de cerdo curado te zamparías un kilo. Tiran la caña con destreza sobrenatural, y el repertorio de cócteles, corto y personal, está bien hecho, : un expreso martini con orujo de café, pisco sour, vermuts con Cynar... Es una esquina de bar con tradición: aquí bebieron durante 40 años los asistentes a La Paloma, y así seguirán, por suerte.