La carne. La carne rebozada. Como puntal, como axioma. Basta de sofisticaciones, basta de esnobismos. La carne rebozada es nuestra verdadera magdalena de Proust (perdón, ¡pan con vino y azúcar! Perdón, ¡con cola-cao!) desde hace generaciones. “Rita, ¿qué quieres comer por tu cumpleaños? Macarrones y carne rebozada”. No falla. En La Neura es el plato estrella: milanesa –de ternera– o suprema –de pollo–. Y esto es toda una declaración de intenciones. Hace seis años que Sandra y su marido Jorge cogieron este local e hicieron su particular y popular maridaje de culturas catalana y argentina. Croquetas, ensaladas y tostadas con empanadas, helado de dulce de leche y brinza, siempre con las tapas como elemento culinario principal. El interior es de madera y obra vista, con lámparas cálidas –hechas por ellos mismos– y música tranquila, perfecto para contrarrestar la terraza ruidosa pero siempre bienvenida.
No utilizan producto congelado, compran la carne en la Boqueria y puedes ver cómo trabajan en la plancha porque está allí mismo, en un extremo de la barra. Si quieres beber algo especial, no será nada difícil que el simpático camarero coctelero se saque alguno de la manga para la ocasión –¿a quién no le apetece una limonada con kiwi triturado y ginebra, por ejemplo? ¿O un mojito con albahaca y jengibre, para pasar el calor?–. Hace un año aprovecharon que quedaba libre un almacén cercano –Rosselló, 317– y abrieron una tienda de delicatessen con cervezas de importación, pasta fresca, jamón del bueno, vinos de Argentina y de aquí y otras delicias. Ahora son vasos comunicantes.
En el Neura pasan del fútbol en una señora televisión y también hacen una exposición cada mes: ahora mismo hay una de Teresa, que hace unos retratos voluminosos, al estilo Botero. A mediodía tienen un menú a 10,70 euros, el café vale 1,15 y las hamburguesas 100% ternera, cerca de 7 euros.
El Neura es un bar restaurante agradable y sin pretensiones, para toda la familia.