El nombre refleja la época en la que el Raval estaba fuera de las murallas de la ciudad, en el campo. De hecho, esta pequeña iglesia románica tiene más de 1.000 años de antigüedad, como indica la fecha grabada en la lápida del conde Guifré II Borrell, hijo de Guifré el Pilós. El exterior del edificio está decorado con lombardas decoradas con caras humanas, animales fantásticos y vegetales.
Su buena acústica permite que se celebren periódicamente conciertos, especialmente de música vocal.