¡Bienaventurada crisis! Y es que cuando faltan dinero florece la creatividad. Una exposición como 'El museo explora' no tendría sentido en una época de vacas gordas. ¿Utilizar lo que ya tiene un museo para explicar su propio trabajo? Demasiado evidente... ¿Para qué sirve un museo? Hablamos de un concepto nacido con la noción de arte moderno, a finales del siglo XVIII, que entró en crisis en el último tercio del XX. ¿Para dar forma a la memoria colectiva? ¿Para amontonar restos materiales de nuestro pasado? ¿Para alimentar a los conservadores?
Ya lo sé, un museo mal comunicado, donde hay que subir un montón de escaleras para llegar y que cierra a las siete de la tarde no es la propuesta más estimulante del mundo. Pero esta exposición nos recuerda por qué nos gusta el arte. No se trata sólo de la historia –que sí–, de la estética –que también–, sino de la aventura del conocimiento, de la ciencia, de cómo se resuelven enigmas y se restaura la verdad. En resumen, una especie de CSI sin sangre, explicado con grandes dotes didácticos, y si queréis aún más, con un programa para tabletas que nos hará de guía.
La exposición se estructura en siete ámbitos y 32 casos. Cada ámbito aborda una fase del fenómeno creativo y museístico. Arranca con los estudios del proceso creativo –cómo un artista evoluciona un esbozo hasta un aceite, pasando por las colaboraciones de taller–y llega al fenómeno artístico contemporáneo, al cuestionamiento de la materia o la excepcionalidad de la obra. Por el camino, el estudio de las vicisitudes y los cambios que ha sufrido una obra de museo a lo largo de toda su vida, como la 'Majestad Batlló', que fue repintada un siglo después de ser cortada, quién sabe si por daños materiales, cambio de gusto estético o cualquier otro factor.
El estudio de los materiales es una de las facetas más interesantes: imaginad un artista que por inexperiencia o experimentación emplee materiales que, con el tiempo, se deterioren. Es el caso de 'El violinista ', de Pablo Gargallo, hecho de plomo y, debajo, madera: dos materiales que se contaminan. Dataciones y falsificaciones son también temas estrella. El concepto de autoría es muy tardío, el de originalidad, también. No será hasta el siglo XVIII que florecerán las falsificaciones a un ritmo similar al de los recopilatorios de arte. A veces, sin embargo, nos encontramos ante zonas grises, como las de las restauraciones realizadas con criterios de otras épocas, poco cuidadosas con el original, o hiperrestauracions. En fin, el mundo del museo y el mundo del arte son inmensos barrizales sobre los que esta exposición da un poco de luz. ¡Gracias, MNAC!
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