Martín el Humano, el último rey del Casal de Barcelona, fijó su residencia a los pies del Tibidabo en 1409, siguiendo el consejo de Bernat Metge. En el mismo lugar y 500 años después, Antoni Gaudí culminaba la Torre Bellesguard, el encargo de un amigo y hombre de la Renaixença, Jaume Figueras. Ahora el viejo refugio abrirá sus puertas: la familia Guilera, propietaria de la casa modernista, ha decidido dar a conocer una parte de este tesoro particular del que han redescubierto la relevancia.
En Bellesguard se intuye un Gaudí libre que se inspiró en los castillos medievales y utilizó recursos neogóticos para concebir una obra a base de líneas rectas, rotas por volúmenes de la piel de pizarra de la fachada y los pequeños balcones decorados con vitrales. El arquitecto no prescindió de los símbolos religiosos y las alusiones a la catalanidad, uno de los elementos que estudia el grupo de investigación creado para la ocasión.
Además del descubrimiento por libre con audioguías, la casa ofrece visitas guiadas a la zona de la buhardilla y permite acceder al terrado donde, además de la torre coronada por la cruz de Gaudí (y una sugerente cara de dragón), el visitante obtiene la bella vista sobre la ciudad.
TORRE BELLESGUARD
Bellesguard, 6. De lu. a sá., 11 y 12 h. 16 €.