Reseña

Ruben Torras Llorca. Technicolor

3 de 5 estrellas
  • Arte
  • Crítica de Time Out
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Time Out dice

Hubo un tiempo en que quería escaparme al polo norte. Allí, libre de los campos magnéticos que ordenan la Tierra, las brújulas se vuelven locas y no paran de girar. Imaginaba que era el único lugar donde era posible ser neutral... Y ahora me encuentro que viajar a los polos se ha puesto de moda. Que si la Coixet, que si el vecino del quinto primera... Tan sólo faltaba el Ruben Torras Llorca (Sant Vicenç de Montalt, 1978). Este artista que casa pintura, fotografía y grafismo, ha bautizado una de las series que expone en la Victor Lope Arte Contemporáneo como 'Iconoclastas': numerosas imágenes de extensiones nevadas, extremas, como si Roald Amundsen reviviera en tonos sepia para descubrir montones de pintura al óleo, acumulaciones similares a las de una pincelada gigante en el horizonte, o en las reservas de color sobre la paleta. En medio, un popa que se parece sospechosamente a Joan Fontcuberta bendice el timo: ¡gloria al cromo!
El emperador bizantino León XIII ordenó destruir todas las reproducciones de imágenes de Jesús, la Virgen María, los santos y todo lo que se pusiera por delante. Ahora ya no tenemos emperadores, pero el discurso único los sustituye en el afán iconoclasta. De ahí el juego de significantes que propone Torras Llorca, los exploradores de tamaño Ibertren, las pinceladas perejaumianes, la muerte del estilo como categoría folclórica.
Si la tradición es un simple cajón donde ordenar nuestros hallazgos, Torras Llorca renueva el escepticismo de la era Google. Sobre la superficie de las telas en crudo, la arquitectura historicista convive con el universo racionalista de Le Corbusier y Walter Gropius en un continuo de papel de embalar. ¿Perspectiva? ¿Para qué? La historia de la arquitectura no deja de ser un mal álbum de maravillas.

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