La exposición 'No me oyes' ha reposado y, tres meses después de terminar su montaje antes del confinamiento, por fin ve la luz. Se despliega como un libro ilustrado y, en el conjunto de dibujos, instalaciones y películas donde se entrecruzan mitos antiguos y contemporáneos de Oriente y Occidente, resuena la voz comprometida del artista india Nalini Malani, ganadora del séptimo premio Joan Miró.
Malani nació en Karachi –hoy Pakistán– en 1946. Su biografía está marcada por la mezcla de la historia local e internacional, apunta Martina Millà, jefe de proyectos de la Fundación Joan Miró y comisaria de la muestra. Aprendió dibujo anatómico y botánico para que la familia le permitiera cursar la carrera artística; después iniciaría la experimentación con la animación y el cine. En París, en los años 70, consolidó su conciencia política y social (y descubrió la obra de Miró); más tarde, en Nueva York, conocería y la marcarían las prácticas de Ana Mendieta y Nancy Spero.
Abre la muestra un precioso teatro de sombras con referencias la profetisa Casandra en diálogo con los dibujos murales de Malani, que desaparecerán en un acto performático. "La figura de Cassandra hace décadas que está conmigo, representa el pensamiento femenino y si la escucháramos nos podríamos acercar más al progreso", explica el artista por videoconferencia. Sus lecturas de cabecera entrelazan salas y proyectos; el más reciente son las animaciones que comparte en Instagram, con referencias al poder, el fin de las utopías, y la necesidad de escucharnos en un planeta agotado. "La Tierra necesitaría vacaciones unos meses al año", defiende la artista.