No sé si os pasa a vosotros, pero yo estoy un poco harto de las prácticas conceptuales anglosajonas, tan mentales y tan poco sensuales, que atacan el statu quo con bailes de cifras, imágenes sobrecogedoras, textos de guerrilla... ¡Qué diferencia con los corrientes mediterráneos! Passolini, Bruno Munari, Piero Manzoni o Michelangelo Pistoletto.
Pistoletto (Biella, 1933) podría hablar de arte con mi madre -es un decir- y ella, de acuerdo o no, le entendería. Podemos ir a la Wikipedia y averiguar su papel seminal en el movimiento del 'arte povera', el trabajo con espejos, su implicación con el trabajo social... Pero su obra es, básicamente, vivencial.
¿A quién no le gusta mirarse en el espejo? ¿O quién no puede evitarlo? Para Pistoletto, un espejo es una construcción humana que siempre nos dice la verdad. Un animal no se reconoce, pero una persona sí. Y tenemos neuronas-espejo que nos dotan de empatía.
En la elección de obras presentes en la Blueproject Foundation, de los 70 y 2000, encontraremos siempre un espejo. Allí, aunque ante nosotros, descubriremos el otro, y con el otro, el nosotros.
Una silla altísima, más alta que una persona, guarda un espejo donde nos reflejamos cuando pasamos por debajo. La pintura Earlex cubre un espejo, cuando nos fijamos mejor descubrimos que la parte donde nos vemos reflejados ocupa el espacio del Mediterráneo... un mar para tres continentes: Asia, África y Europa. Un espacio a compartir.
Tal vez la pieza que más llama la atención es 'Senza título 92', de 1976. Un gran espejo que refleja por las dos caras, cada una se apoya una gran pila de ropa. La de un lado es toda blanca, la del otro es de todo tipo de colores. ¿Se os ocurre una mejor metáfora de lo que es una sociedad?
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