Reseña

Lluïsa Vidal. Pintora del modernismo

4 de 5 estrellas
  • Arte
  • Crítica de Time Out
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Time Out dice

Hasta la década de 1930, la profesión de artista era cosa de hombres. Aquí, podríamos contar con los dedos de una mano el número de mujeres artistas que hasta entonces se habían ganado el pan pintando... Y nos sobrarían cuatro. Encima, la obra de Lluïsa Vidal (1876 - 1918) cayó en el olvido pocos años después de su muerte debido a la mal llamada 'gripe española'.
Como nunca es tarde cuando llega, el MNAC ha recuperado su obra en una magnífica retrospectiva que nos permite redescubrir, más allá de las virtudes técnicas y estéticas de Vidal, una mirada inédita de la condición femenina de principios del siglo XX.
El caso de Lluïsa Vidal es bastante atípico. Digno de novela. El padre, Francisco Vidal, es uno de los principales mueblistas del modernismo. Las hermanas Vidal son multitud y el padre las educa para que se puedan valer profesionalmente, sin ningún hombre que las confine a la vida doméstica. Lluïsa Vidal llegará a pasar un año sola a París para formarse en el taller de Eugène Carrière, aunque su influencia más evidente son Ramon Casas y Santiago Rusiñol. Finalmente, el padre enloquece y Lluïsa se hace cargo de la familia.
Vidal se ganará la vida como retratista y como ilustradora de revistas como 'Feminal'. Sus escenas protagonizadas por mujeres nos transmiten un universo inédito, de actitudes y miradas que sólo una mujer podía captar. Una madre que cuida de su hijo enfermo, una violonchelista descansando o una niña que hace algo tan revolucionario como leer... escenas que nos implican en su familiaridad.

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