Esta es la historia de una obsesión. Nada vale la pena si no nos obsesiona y sufrimos las consecuencias. De una obsesión con pérdidas que se convierte metamorfosis. Esta es la historia de Lluís y de Marion.
Lluís Lleó, tercera generación de pintores, casi tres décadas a caballo de dos estudios, uno en Nueva York, el otro en Rupià. Marion Selig, gran coleccionista de arte, amiga íntima de Lluís, al que alentaba para que dibujara más y más en detrimento de la pintura.
Marion sufrió una leucemia y murió. Durante su triste proceso, Lluís iba dibujando y, a medida que terminaba cada obra, enviaba por el móvil su imagen a una Marion hospitalizada.
Cuando Marion murió, Lluís bautizó la serie con el nombre de una mariposa, 'Morpho': cada uno de los 48 dibujos que la componen corresponde a una de las 48 variantes de esta delicada mariposa. 48 finísimos papeles -podéis soplar, no están protegidos por ningún cristal- encima de los cuales Lleó ha invertido meses de pacientes trazos con grafito -además de pinceladas de azul 'Palazuelo', tinta china vaporizada y algún racimo de color-.
Pero más allá de la particularidad del caso Marion, más allá incluso de las numerosas influencias en la singladura leonina -románica, minimalismo, Cimabue, Rothko, Johns, Guston, la arquitectura de Moneo y Siza, y las poéticas de Rilke y Saint-Exupéry-, hay una obra desnuda, lacónica, un punto enfermiza, que nos secuestra la mirada y, a poco que le permitimos, nos lleva a ese punto donde la razón se convierte en abismo y nos dice al oído: "Salta!" Vosotros, ni caso.
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