Lee Miller
© Lee Miller

Reseña

Lee Miller y el surrealismo en la Gran Bretanya

4 de 5 estrellas
  • Arte
  • Crítica de Time Out
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Time Out dice

El surrealismo floreció en la Francia de los años 20 y se fue expandiendo internacionalmente como un movimiento de vanguardia que pretendía agitar el arte, la literatura, los ambientes culturales e intelectuales y, también, la política. Unos aires de revuelta que, en el contexto de la Europa continental en plena escalada bélica, se desplazaron hacia la Gran Bretaña. Esta exposición pone el foco en uno de los momentos menos conocidos del grupo impulsado por André Breton y revela las conexiones de los artistas británicos de los años 30 y 40 con la red de creadores surrealistas más allá de París, cuando Londres se convirtió en capital del surrealismo.
La fascinante biografía de la fotógrafa estadounidense Lee Miller sirve de guía e hilo conductor para ordenar cronológicamente el discurso. En vez de seguir explotando el relato de modelo y musa de Man Ray, que ya cansa; o de señora del artista y escritor Roland Penrose, que aún cansa más; la muestra reivindica la figura de Miller por ella misma, así como la vinculación e incidencia de su obra en la escena de la época. ¡Bravo!
Con un montaje sin estridencias, sus fotos, atravesadas por una intensa mirada surrealista, brillan y conviven con emblemáticas piezas de Salvador Dalí, Dora Maar, Max Ernst, Eileen Agar, Yves Tanguy, Leonora Carrington y Francis Picabia, entre otros. Simultáneamente, se desgranan los principales episodios que marcaron aquellos años, como la "repentina invasión surrealista" de Cornualles, en 1936, o la primera Exposición Internacional del Surrealismo, en Londres, el mismo año.
Miller tiene una manera de observar especial que le acompaña a lo largo de su trayectoria: en las primeras probaturas con la técnica de la solarización y en las desconcertantes escenas para revistas de moda. También en su interés por formas biomórficas y en el tratamiento del horror, como fotoperiodista, durante la Segunda Guerra Mundial. Es el poderoso legado de una mujer, con más de siete vidas, que "prefería hacer una fotografía que ser una".

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