1. Pintuas del ábside de Sant Climent de Taüll
Podríamos decir que todo empezó en Taüll, y por eso las pinturas murales del ábside de Sant Climent encabezan esta lista. Son una de las obras más representativas del románico y hacen del MNAC un museo único en el mundo, por la cantidad y calidad de pinturas murales románicas que hay en sus salas. La pintura pertenece al conjunto de la iglesia de Sant Climent de Taüll en la Vall de Boí, lugar donde se encuentra la mayor concentración de arte románico de toda Europa (¡hay una iglesia por cada 25 km!) pero ahora, si deseas ver las pinturas originales, las encontrarás en el MNAC. En una sala tenuemente iluminada (para sentirse como el campesino que iba a profesar su fe en la iglesia del pueblo) los colores estridentes de las pinturas parecen sacar de la pared a un Dios que todo lo ve. También aparecen los cuatro evangelistas, los apóstoles, santos y la Virgen María, así como algunas escenas del Antiguo y el Nuevo Testamento. Busque la Mano de Dios (Dextera dominio) y el Cordero de Dios (Agnus dei) entre las líneas geométricas, los pliegos de las túnicas y las miradas hieráticas de todos los personajes.