La exposición La fragilidad de la pintura en la época del ‘fast food’ de Carles Gabarró, en la Fundació Vila Casas del 4 de febrero al 1 de junio, muestra cuatro décadas de experimentación pictórica marcada por la repetición obsesiva de objetos y temas. Con una pintura matérica e intensa, Gabarró crea una iconografía propia en constante mutación, buscando la tensión entre lo mismo y lo diferente.
Comisariada por Francesc Puntí, la muestra se organiza en cuatro ámbitos: Magma, Bibliotecas, Fábricas y Camas, con obras desde los años ochenta hasta la actualidad. Su pintura, alejada del consumo rápido, exige la colaboración del espectador y se convierte en un agente discursivo que dialoga con el arte, la ciencia y el pensamiento contemporáneo.
“No fui yo quien buscó la pintura, sino que fue la pintura la que me atrapó con una fuerza de atracción potentísima”, explica Carles Gabarró, quien trabaja con capas gruesas, goteos y accidentes controlados, condensando la pintura en un solo acto -herencia del neoexpresionismo alemán-. Su trayectoria pasa por la reinterpretación de maestros como Zurbarán y Goya hasta llegar a una síntesis esencial y depurada. El artista, establecido en L’Hospitalet desde 2015, mantiene una mirada rigurosa y repetitiva que convierte la fragilidad de la pintura en su fortaleza.